Entre las fases sanitarias y la estrategia de las marcas
En estas circunstancias en las que se hace muy común escuchar frases como estrategias para sobrellevar la crisis, o, nuevas maneras de comunicar; trabajar con base en las prioridades de los consumidores es la consigna.
Como agencia publicitaria, hoy, el desafío es guiar a nuestros clientes hacia la adaptación de sus procesos de comunicación a las distintas fases que recorren sus consumidores, en consonancia con la vuelta a las actividades.
Mensajes relevantes en momentos de incertidumbre, generados por la aparición del virus, como el vivir en cuarentena junto a las nuevas necesidades que ella originó; encarar la vuelta como algo que ya no es lo mismo de antes, más la construcción de un futuro, que para nada está claro aún, con redefiniciones del negocio; deben ser las fases propias de la comunicación, las que coinciden y se conjugan con las fases sanitarias que vive la población.
Creamos valor cuando, en estas situaciones, contribuimos con nuestros clientes en:
- Construir el mensaje a comunicar: Teniendo presente a quién o a quiénes va dirigido, conociendo con claridad al público. Comenzando desde el propósito de la marca, la construcción del mensaje se vuelve más real y potente.
De ser necesario, replanteándolo, para mantenerse coherentes con lo que se vive; adoptando tono y lenguaje apropiados. - Desarrollar contenido de valor para transmitir ese mensaje: La situación nos llama a estar cada vez más preparados, humana y profesionalmente, para la generación de contenidos que agreguen valor. Después de tener formulado el mensaje, el siguiente paso es aplicar los criterios para su desarrollo.
- Establecer experiencias de consumo acordes a las circunstancias: La necesidad de experiencias de consumo la van marcando las prioridades del momento, y su ejecución radica en la importancia de las buenas ideas, y el aprendizaje de nuevas habilidades.
- Transitar las plataformas de comunicación que se adecuen a la audiencia: Identificando los medios más pertinentes para la comunicación, acompañando el itinerario del consumidor, incluso, a través de herramientas alternativas, analizadas mediante la investigación.
Todos estos puntos pueden determinar la diferencia entre lo funcional y lo estratégico; se rigen por la capacidad de ajustar el relato de las marcas a lo que viven, necesitan y esperan sus consumidores, encontrándose en una intersección con valores como la empatía, la coherencia, la solidaridad, la lealtad, la confianza y el cuidado, adquiriendo significados más amplios y relevantes.
Los objetivos pueden plantearse desafiantes, porque nos invitan a encontrar, de manera rápida, nuevas soluciones para nuestros clientes; iniciando desde el pensamiento estratégico, el camino más humano para la readaptación. Es ahí donde nuestra labor logrará afianzarnos como verdaderos aliados, mucho más allá del servicio.